TEMA 4
- Actitudes y valoración ambiental
6. Las actitudes ambientales
Uno
de los conceptos más arraigados en psicología es el de actitud. La
cuestión de su correspondencia con la conducta es una de las polémicas
que más aportaciones ha motivado. Con frecuencia se habla de actitudes
para referirse a diferentes cosas.
Para mencionar
algunas de sus proximidades conceptuales, conviene precisar su
diferencia con respecto a los valores, a las creencias y a las
opiniones.
Valor. "Es una meta o un fin
transituacional que expresa los intereses (colectivos y/o individuales)
relativos a un tipo de motivación (poder, seguridad, hedonismo, etc.,) y
que son evaluados según su importancia respecto a los principios que
guian la vida de una persona" (Schwartz y Sagiv, 1990)
Una distinción importante es la establecida por Rokeach (1973) entre lo que denominó valores terminales e instrumentales.
Los valores terminales expresan una meta final, un objetivo en la vida,
como puede ser la felicidad, la salvación, el éxito... Pero para
conseguir estas metas existen otros valores en nuestra vida diaria que
dan cuenta de la forma en que pueden y/o deben conseguirse aquellos. Un
ejemplo de valor instrumental es la honestidad.
Los
valores son estructuras más complejas y difíciles de cambiar que las
actitudes, las cuales son, a su vez, manifestaciones de diferentes
valores en torno a los cuales se agrupan de algún modo jerárquico.
Creencia.
Mas cercano al campo de los hechos y por ello más fácil de cambiar que
los valores, las creencias aluden a lo que tiene que ver con el
conocimiento y con la información que las personas disponemos con
respecto a una cosa, sea más concreta o más general. Nos referimos, por
ejemplo, a la creencia respecto a los efectos que nuestro comportamiento
puede originar en el entorno; pero también a creencias más generales,
como la idea que el ser humano es el centro de la naturaleza
(antropocentrismo).
Este último
ejemplo de creencia es también un caso específico de lo que Gray (1985)
denomina "creencias primitivas" (también en el sentido de rudimentarias)
en su modelo de actitudes ambientales. Además de la idea de que la
humanidad está por encima y a parte de la naturaleza, rechazándose por
tanto cualquier idea de interdependencia con el resto de seres vivos,
Gray menciona otras creencias como la creencia en el progreso y el
crecimiento, donde "grande" es sinónimo de mejor, y que la ciencia
siempre creará tecnología para solucionar cualquier problema.
Opinión.
Es la manifestación verbal de una actitud, como cuando digo "intento
respetar mi entorno no tirando papeles al suelo", "creo que comprar
productos con menos embalaje ayuda a reducir la cantidad de residuos" o
"me gusta poder consumir menos energía eléctrica en casa".
Actitud. Es la predisposición a responder de una manera consistente ante una clase de estímulos con un tipo de respuestas
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Por un lado las actitudes ambientales han sido entendidas como:
la preocupación o
el interés por el ambiente, sentido que se solapa con los índices de
calidad ambiental subjetivos como los PEQI's (punto 2 de este tema), y que ha originado la creación de escalas como la Environmental Concern Scale
(ECS) o Escala de Preocupación Ambiental (EPA) de Weigel y Weigel
(1978), para medir la actidud hacia la conservación del medio ambiente.
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Escala de Preocupación Ambiental
(adaptación de Aragonés y Amérigo (1991) de la ECS de Weigel y Weigel)
1.
El gobierno del Estado tendría que introducir duras medidas para frenar
la contaminación, ya que poca gente la regulará por sí misma
2. No deberíamos preocuparnos por matar demasiados animales de caza porque a la larga la cosas se equilibrarán
3.
Estaría dispuesto a hacer sacrificios personales para reducir el ritmo
de la contaminación aunque los resultados inmediatos no puedan parecer
significativos
4. La contaminación no afecta personalmente a mi vida
5.
Los beneficios de los productos de consumo modernos son más importantes
que la contaminación que resulta de su producción y uso
6.
Debemos prevenir la extinción de cualquier tipo de animal, incluso si
ello significa sacrificar algunas cosas para nosotros mismos
7. En la escuela pública deberían ser impartidos cursos sobre la conservación de recursos naturales
8.
Aunque hay contaminación continua de lagos, ríos y aire, los procesos
de purificación de la naturaleza pronto los retornan a lo normal
9.
Es muy improbable que la contaminación debida a la producción de
energía llegue a ser excesiva, porque el gobierno tiene muy buenas
inspecciones y agencias de control
10.
El gobierno debería suministrar a cada ciudadano una lista de agencias y
organizaciones donde se pueda informar de los motivos de queja sobre la
contaminación
11.
Los predadores tales como los halcones, cuervos, zorros y lobos que
viven de las cosechas de grano y aves de corral de los granjeros
deberían ser eliminados
12.
La actividad corriente de las organizaciones anticontaminación está
realmente más interesada en romper con la sociedad que en luchar contra
la contaminación
13. Incluso si el transporte público fuera más eficiente de lo que es, yo preferiría llevar mi coche al trabajo
14. La industria está haciendo los mayores esfuerzos posibles para desarrollar tecnología anticontaminante efectiva
15. Si pudiera daría tiempo, dinero o ambos para una organización como Adena que trabaje para mejorar la calidad del ambiente
16.
Estaría dispuesto a aceptar un incremento de mis gastos a 5.000 pesetas
el próximo año para promover el uso prudente de los recursos naturales
(Tomado de Hernández e Hidalgo, 1998, a partir de los autores.)
Las
respuestas a cada una de las 16 afirmaciones son recogidas segun el
criterio del grado de acuerdo o desacuerdo como valores extremos de la
escala.
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Por otro lado estan el
resto de aportaciones, centradas en estímulos de carácter ambiental, y
que deben su elaboración a partir de las concepciones clásicas de la
actitud, a saber:
-modelo unidimensional
-modelo tridimensional
-modelos de expectativa-valor
El concepto de actitud supone, por tanto, una dimensión valorativa, ya que es, en definitiva, la evaluación del estímulo (entornos, personas, situaciones, etc.,) la que predispone las acciones relacionadas con el objeto de actitud (Eiser, 1994), en este caso el ambiente. De los diferentes modelos que han explicado el concepto de actitud, veamos dos de los más destacados:
El concepto de actitud supone, por tanto, una dimensión valorativa, ya que es, en definitiva, la evaluación del estímulo (entornos, personas, situaciones, etc.,) la que predispone las acciones relacionadas con el objeto de actitud (Eiser, 1994), en este caso el ambiente. De los diferentes modelos que han explicado el concepto de actitud, veamos dos de los más destacados:
El modelo tridimensional de las actitudes
Este modelo debe
su nombre a las tres dimensiones de respuesta de las actitudes: la
afectiva, la cognitiva y la conductual. De hecho no és más que una
ampliación de la visión unidimensional de las actitudes, la cual
entiende éstas como "los sentimientos favorables o desfavorables ante
una característica o aspecto del entorno físico". Así pues, en el modelo
tridimensional se destacan las respuestas conductuales y las creencias,
además de la dimensión afectiva.
Hay que hacer notar que desde este punto de vista, las creencias son equiparadas a la dimensión cognitiva de la actitud, cuestión que añade un matiz diferencial a lo ya apuntado en la definición de creencia.
-teoría de la acción razonada
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La teoría de la acción razonada (Fishbein y Ajzen, 1975)
De
entre los modelos teóricos de expectativa-valor más conocidos destacan
las aportaciones de Fishbein y Ajzen. Es el caso de la teoría de la
acción razonada, posteriormente ampliada con la teoría de la acción
planeada. En estas teorías se argumenta como se produce la famosa
relación entre las actitudes y la conducta. Los casos en que se ha
podido comprobar esta relación obedecen a un premisa fundamental: la de
considerar actitudes y conducta en el mismo nivel de especificidad. Por
ejemplo, la conducta de compra de bombillas de bajo consumo tiene
similar nivel de especificidad que la actitud ante el consumo energético
doméstico, en cambio la actitud hacia el ambiente es más general, por
lo que, al no estar en el mismo nivel de especificidad que la conducta
anterior, sería un mal predictor de ésta.
GRÁFICO
Desde este punto de vista, las creencias
son las relaciones establecidas entre el objeto de actitud y sus
atributos (expectativa), las cuales sumadas a la valoración de dichos
atributos (valor) conforman el denominado componente actitudinal. Por
ejemplo, ¿cuan probable es que aumente la contaminación por ir en coche?
(expectativa) y ¿qué importancia tiene que aumente la contaminación?
(valor).
El otro
componente, el normativo, también posee esta doble dimensión
expectativa-valor, por ejemplo, "¿cuánto me rechazaran mis amigos si no
separo la basura?" y "¿cuánto me importa la opinión de mis amigos?" que
añadido al valor del anterior componente resulta en la intención
conductual.
Posteriormente, en la teoría de la acción planeada,
Fishbein y Ajzen añadieron un tercer componente a los anteriores: el
sentimiento de control percibido de la conducta.
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Sin desmerecer su
importancia, algunas observaciones críticas aplicables a las diferentes
concepciones de las actitudes ambientales son la poca correspondencia
entre actitudes y comportamientos, aun a pesar de los modelos de
expectativa-valor revisados; la insuficiente claridad de la estructura
teórica del concepto y sus dimensiones; además de la dificultad de su
medida, así como la comparación entre diferentes resultados.
También es
importante destacar lo que algunos autores, como Iñiguez (1996), han
hecho notar respecto a la, con frecuencia en exceso, concepción
demasiado individualista del concepto de actitud, sobre todo en las
estrategias dirigidas al cambio de actitudes y la promoción de
comportamientos proambientales. En este sentido, cabría recuperar,
revisar y aplicar las tradiciones teóricas más "sociales", como los
modelos teóricos referentes a la influencia social, las relaciones de
poder, las representaciones sociales del ambiente, etc.
Algunas de estas
observaciones permiten comprender precisamente la propia evolución de
este ámbito de estudio de la psicología ambiental. Esto es, la cada vez
mayor insuficiencia explicativa de los modelos iniciales han dado paso a
entender la preocupación ambiental y el interés por el ambiente como lo
que Hernández y Hidalgo (1998) denominan una "constelación de actitudes
que representan la adhesión a una nueva visión de las relaciones entre
el ser humano y el ambiente" más conocido como Nuevo Paradigma Ambiental (NPA).
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